Resumen del viaje a Oaxaca. Cuatro
horas y media en autobús, la mejor forma de viajar por México y la más segura.
Los autobuses son buenos y cómodos y los conductores adiestrados. Desistimos de
alquilar coche y nos alegramos. Hemos ido por sierras, montañas y valles y salvo
unos 60 km. a la salida de Puebla que es autovía y unos 40 km antes de entrar
en Oaxaca que también lo es, el resto carretera nacional, estrecha, con
desfiladeros profundos y un paisaje de lo más variado, sobre todo cuando
entramos en la selva subtropical. Oaxaca está al suroeste de Puebla, hace más
calor y tiene costa en el Pacífico, aunque no llegamos a ella, nos quedamos en
la capital. Antes pasamos zonas frondosas y en lo alto de las montañas zonas
desérticas con una variedad de cactus de toda índole, cactus en forma de falo,
magueyes, pitas, cactus en forma de
árbol, pinos con forma de cactus o cactus con hojas de pinos, la verdad,
desconocidos para mí. Tras horas de gargantas y desfiladeros, de subir y bajar
montañas, entramos en Oaxaca, frondoso y selvático.





Lástima que en las fotos, sacadas desde el autobús, no se aprecie bien el paisaje.
La ciudad se encuentra en
un valle olla, rodeado de montañas y muy protegida por ellas, a 1.500 m de
altitud. Aparecen jacarandas, magnolios, laureles de la china, buganvillas y
framboyanes. El resto, ni pajolera idea. Al fondo, la sierra norte de Oaxaca, selva
tropical, una se imagina la guerrilla escondiéndose y trayendo al jaque al
ejército juarista. En fin, el romanticismo me domina. Hace bastante más calor que en
Puebla. Cuando le preguntamos al taxista que nos llevaba al hotel la altitud de
Oaxaca su respuesta fue: la que tiene, ni más ni menos. ¿Llueve? Cuando debe. ¿Temperatura? La que hay, por la mañana fresco, al mediodía
calor. Todo un compendio de sabiduría y respuestas típicas que yo también diría
ante guiris como nosotros.
Nos costó reservar hotel, casi
todos estaban llenos. Y nos preguntábamos qué tendría Oaxaca para tener todas
las plazas hoteleras cubiertas. Luego,
tras encontrar habitación en el hotel Oaxaca Mágico, casa colonial
reconvertida, lo entendimos. Estábamos en el mes de julio, que es el mes de la
GUELAGUETZA, palabra zapoteca (era la cultura prehispánica de la zona sur de
México) que significa ofrenda, presente. La tradición es antigua y consiste en
que los campesinos de todo el estado bajan a la capital y obsequian con sus
presentes, comida y bebida de nuevo, a todos los de la capital. Esta fiesta
prehispánica estaba dedicada
inicialmente a CENTEOTL (diosa del maíz)
y se mezcló o fue mezclada o usurpada por la iglesia católica y la recondujo a
fiestas también en honor de la Virgen del Carmen. Total, que llegamos en plena
fiesta, con la feria del tamal, la feria del mezcal, la feria de la artesanía,
la feria de los bailes tradicionales de Oaxaca. Música y comida por todas las
plazas, los oaxaqueños con sus mejores galas, ellos sombrero y chaqueta, ellas
con sus huipiles largos y faldas asomadas debajo llenas de color y sus rebozos.
Calor y mucho norteamericano turista.
Nos sorprendió ver tantos, pues en Puebla casi no se ven. Parece ser que el mes
de la Guelaguetza tiene mucha aceptación entre ellos


Oaxaca es también una ciudad
colonial, más pequeña que Puebla y se nota en las calles que más pobre también.
Aquí la gente habla el zapoteco y el mixteco. Lo hemos oído por la calle pero
no sabría distinguir cuál de los dos era. Oaxaca de Juárez es un centro de
convergencia para todos los diferentes grupos étnicos, entre ellos se
encuentran: los amuzgos, cuicatecos, chatinos, chinantecos, chochos, chontales,
huaves, ixcatecos, mazatecos, mixes, mixtecos, nahuatlecos, triques, zapotecos,
zoques y popolocas. La riqueza de la
artesanía, precisamente por esto, es enorme. Muy típicos de Oaxaca son los
alebrijes, figuras de madera polícromas, que representan animales extraños. Es
curioso, porque la palabra con que se les designa no es zapoteca, ya que ellos no pronuncian la
r. En caló, sí, habéis leído bien, significa cosa enredada y fantástica.

Fueron
los indígenas que trabajaban con un hacendado español los que desarrollaron la
policromía sobre lo que el señor labraba. Parece ser que ellos bajaban la
madera de la selva y hay que tallarla cuando aún está verde y húmeda. Los
textiles tienen mucha importancia y parece ser que la cerámica también. Son los que producen las imágenes en latón,
llegando a hacer con este material cantidad de imágenes, sobre todo calaveras,
que tanto les gusta.
Bailando en el zócalo
Cestería en el mercado: Ina dibujando el trabajo artesanal
La danza de Quetzal
Zancudos también en Oaxaca
Tienda de artesanía
¿Y quiénes son esos que se han colado en la foto?
Lugareños por detrás, dispuestos a bailar.
La
ciudad no llega a los 300.000 habitantes. Es tranquila, se puede pasear por las
calles salvo en las horas de máximo calor, tiene también un enorme zócalo y
muchas de las casas coloniales son de una sola planta, no de dos como en
Puebla. Además, los adornos en iglesias y en portones son mucho más sobrios, lo
cual ayuda a relajar.
Es una arquitectura colonial más sobria que Puebla
El patio de una escuela, así da gusto.
Otro patio colonial, haciendo el ganso.
Como comprenderéis no nos quedó
más remedio que comer en la Feria del Tamal, oyendo música y observando lo que
bebían (no nos atrevimos por lo de Monctezuma). La bebida típica es el TEJATE,
también una bebida prehispánica elaborada a base de cacao, maíz criollo y hueso
mamey que se sirve con hielo (aquí la parte peligrosa). Parece ser que la
bebida formaba parte de los rituales para las fiestas de las lluvias de los
zapotecas, y andan ahora trajinando la denominación de origen para
comercializarla debidamente embotellada. En la entrada anterior puse una foto
de una mujer preparando esa bebida.
Visitamos museos (los más
interesantes el Museo del textil y el prehispánico), los mercados, las ferias
de artesanía, en fin, todo dentro de un programa turístico avanzado. Las fotos
lo atestiguan.
A la vuelta, de nuevo el paisaje,
sobrecogedor porque acababa de llover y era por la tarde, con un brillo dorado
sobre la sierra, los árboles y los campos de maíz, las haciendas y de cuando en
cuando algún caballo. Con un cielo de nubes oscuras y claros azul intenso, como
diría el servicio de meteorología para quitarle romanticismo a la cosa. Ya de
noche, antes de llegar a Puebla, paran el autocar en el arcén y sube un soldado
del ejército mexicano: ¡buenas noches! El servicio de vigilancia contra el narcotráfico
siempre atento, vamos a registrar sus valijas. Pues eso.
De Oaxaca es la cantante Lila
Downs y estando nosotros allí la nombraron hija predilecta de la ciudad por su ayuda a las mujeres indígenas oaxaqueñas.