domingo, 11 de agosto de 2013

De nuevo en el DF


Tras el viaje a Veracruz y después de unos días en Cholula-Puebla de descanso para que mi hermana viera lo que se le había quedado pendiente, entre ello el Museo Amparo, fuimos al DF el fin de semana, invitados amablemente por unos amigos suyos que viven en Coyoacán. Llegamos el viernes a la tarde a casa de Goyo y Quena, que nos recibieron con una amabilidad poco común por nuestras tierras. Aprovechando que una de las hijas estaba estudiando fuera y que la casa es espaciosa, nos alojaron a los tres. Coyoacán es, junto con el zócalo y el casco antiguo del DF, la zona más visitada y en el fin de semana es un hervidero de turistas.
En Coyoacán

 

 

En el zócalo de Coyoacán
 
Tanto Goyo como Quena, nuestros anfitriones , son economistas y profesores. Además,  ella está especializada en crisis financieras, ambos críticos con el sistema actual. Así que aprovechando la oportunidad, platicamos sobre todo lo que estaba ocurriendo en el mundo y en México. Goyo es más reservado, como buen chiapaneco pinto, ella es una mujer maternal que despliega las alas y acoge con una dulzura fuera de lo común, risueña, hablando quedito, como dicen por acá, con las ideas muy claras, lo mismo que él, y un lenguaje sencillo para que se entienda por el común de los mortales, o sea, yo.  Quena, ante la inquietud librera mostrada por mí, no dudó el mismo viernes, según llegamos, en coger el coche y llevarme a conocer las dos mejores librerías de México, la librería Gandhi y la del Fondo de Cultura Económica llamada Octavio Paz. Ahí sí encontré más libros y me zambullí en su espesura. Volví a constatar, eso sí, la “colonización”  de las editoriales españolas. Antes había concertado ya para el domingo mi entrevista con José de la Colina, así que el resto del tiempo lo dediqué a pasear con mi hermana, a ir a museos y a dejarnos acompañar por Quena, la maravillosa y dulce Quena. Una de esas mujeres que adoptaría. Yo iba con mi libro de relatos y una masa de croquetas para la cena que el sábado había organizado, con la asistencia de Ángel, un español que ha trabajado en el Instituto de Cooperación Iberoamericano hasta el cambio de gobierno y ahora trabaja también en la Universidad, su mujer y su hija de cuatro meses. Las croquetas y mi libro eran mi regalo. A lo largo de la primera tarde, según íbamos hablando, nos llevó a su despacho y nos enseñó todas las publicaciones que, hasta la fecha, ha realizado. Una estantería llena de libros. Glups. Y yo con mi librico de cuentos entre las manos...

Mural en el Museo de Artes populares, también en Coyoacán
 

Visitamos en ese fin de semana el Museo Soumaya, en el barrio de Polanco, un edificio de Carlos Slim en unos terrenos suyos donde está construyendo además, torres de edificios de viviendas y oficinas. No se sabe si el museo promociona los edificios o al revés. Intenta emular al Guggenheim de Bilbao y alberga toda la colección particular de dicho señor, con una museografía espantosa, propia de un nuevo rico. Todo apiñado, apelotonado, como si cada planta fuera un almacén con un poquito de criterio y a veces ni eso. Plantas circulares que van subiendo en espiral lo que hace, según mi hermana que es experta en museografía, más difícil la colocación de las piezas. En la planta alta, esculturas de Rodin y de cuando en cuando algún cuadro. Yo me lo imaginaba de noche,  un almacén que  cobraba vida y las esculturas decidían huir  de aquel lugar.
Exterior del museo Soumaya. Para mí que tiene forma de diábolo.
 
 
Paseamos por Coyoacán y volví a visitar el museo de Frida Kahlo. Me gustó menos esta vez, está más museo y menos casa.
 
Como habíamos visto en la tele que habían inaugurado de nuevo la casa museo de Buñuel, decidí que esta vez sí, que estaría abierto, que iba a ir de nuevo a ver si tenía suerte. ¿Y qué pasó?  Pues eso, de nuevo está cerrado, solo lo abrieron para el acto que hicieron en conmemoración del treinta aniversario de la muerte de Buñuel y luego, hala, a cerrarlo. ¡Malditos roedores! De nuevo con la frustración encima, decidimos resarcirnos yendo al Museo de Bellas Artes a ver los murales de Diego Rivera, Orozco y Siqueiros. Pongo uno que inicialmente  pintó Diego Rivera como tríptico para un restaurante y que se encuentra en el Museo.


 
 
Quena nos llevó también a una librería de segunda mano de unos amigos suyos donde encontramos algunos libros valiosos. (Voy a necesitar una maleta nueva a la vuelta o pagar sobrepeso). Algunos de esos libros se los he dado a mi hermana para así ir distribuyendo. Como la librería me pareció muy bonita, os pongo también unas fotos de ella.


 
 
Por fin el domingo me preparé para mi cita con José de la Colina.
Pero como da para una entrada nueva, por ahora os quedáis con las ganas.

3 comentarios:

  1. Las librerías...cuando hablas del acopio que haces, me das envidia. Cada vez que viajaba a algún sitio-y por circunstancias lo he hecho poquito- traía ese acopio. ¡Quién pudiera estar en esas que cuentas, eligiendo!...
    Paga la tasa; merece la pena.
    Me temo que los museos hechos por nuevos ricos es igual en todas partes; ¿no encuentran arquitectos que les expliquen qué debería ser un museo?...

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  2. Hay que ver lo bien que estás aprovechando el tiempo.
    Se te ve feliz como una perdiz.
    Abrazos con ganas de más.

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  3. Carmen, muy agudos tus comentarios, y por demas certeros. Coincido plenamente con ello.
    Te sigo.
    Espero seguirte, todo esta vitalidad de mirda.
    Disculpa no tengo acentos. Si cometo erros disculpa, el teclado es portugues.
    Abrazos.

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