El domingo 4 de Agosto me preparé para
mi cita con José de la Colina. La
había establecido previamente por mail, presentándome con no mucho atino, a lo
que él enseguida aguzó el ingenio y contestó con humor y metiéndose algo con mi presentación por correo. Como me
dio pie hice lo mismo y conservo un intercambio de mails con él que son una
joyita. Decidí dejar una serie de croquetas de la noche anterior (la verdad, me salen muy
bien y aquellas estaban especialmente buenas) y llevármelas en un tupper. Tuvo
la amabilidad de recibirme en su casa de Río Mixcoac, en el DF, en la colonia
Álvaro Obregón, muy cerca de la de Coyoacán, con lo que no invertí demasiado tiempo en el desplazamiento. No lo conocía previamente ni él tenía noticias de
mi existencia, aun así accedió a recibirme. (Gracias Fernando por facilitarme
el mail). Lo hizo a puerta abierta, con una sonrisa y diciendo: Carmen Peire,
¿supongo?, emulando la famosa frase que le soltaron al Dr. Livingston. Nada más
hacerme pasar y ofrecerme un vaso de agua, tras haberme dicho, por favor,
tutéame, le solté a bocajarro: ¿te gustan las croquetas? ¿Cómo? Que si te
gustan las croquetas. ¿Las croquetas?, ¡me encantan! Qué bien, porque te he
traído unas pocas hechas por mí. La cara a cuadros: ¿por ti? ¡Estupendo! Aquí
nadie las hace ni son buenas, solo se encuentran unas congeladas que no saben a
casi nada. (Peire 1, Colina 0) Pasados
los días me envió un mail diciéndome que mis croquetas estaban deliciosas.
Je,je.
Con las croquetas, el libro suyo
que llevé para que me firmara y con la promesa de una entrevista para que
saliera en la revista Quimera, rompí
el hielo. También le regalé el mío, le gustó mucho la edición. José de la
Colina es una persona entrañable y cariñosa, con gran sentido del humor y muy
lúcida, aunque la memoria inmediata le juegue malas pasadas. Recuerda todo lo
pasado con una clarividencia extraordinaria,
aunque se iba por las ramas y se olvidaba de lo inmediato: ¿por dónde íbamos?, yo le decía y él
retomaba, ah, sí, es verdad, se me va la olla, ¿será alzheimer? Y yo: no, es el
colador. Él: me gusta eso, me parece mejor, lo usaré. Yo: no cobraré derechos
esta vez. Fui preguntando y él soltaba
con una fluidez envidiable, nos reímos, cotilleamos sobre nuestras vidas y
puntos en común, hablamos sobre
literatura y el exilio, en este caso mexicano, y hemos quedado
emplazados a mi próxima visita al DF para comer juntos. Siento como si fuera una persona a la que he
conocido de toda la vida, que vuelven a encontrarse y retoman la conversación en el mismo punto
donde la dejaron.
Yo me había preparado bastante bien la
entrevista, creo, leí mucho sobre él en esos días, los premios literarios que
le han dado, entre ellos el nacional de periodismo cultural y el premio Mazatlán de literatura, por el
libro Libertades Imaginarias, de lo
que se siente muy orgulloso. El mismo premio que han ganado escritores como
Rulfo, Octavio Paz o Arreola.
Libertades imaginarias, premio Mazatlán de Literatura
Y yo me pregunto: ¿por qué es un
completo desconocido en España? ¿Por qué nunca se ha editado nada de él? ¿Por
qué, si es de Santander? Porque forma parte del exilio, de esa gente que vive
en un planeta llamado Extranjía, como él mismo me contó, perteneciente a un
siglo que ha producido, con todas sus guerras, un enorme número de exiliados y
refugiados que han huido de ellas. El pertenece a ese planeta, no se siente
español ni tampoco muy mexicano. Y no le gustan los nacionalismos ni las identidades nacionales. De hecho, el
roce inicial en los correos vino por ahí, yo me presenté como una española que
estaba de paso en México, que iba a estar unos meses y que tenía mucho interés
en conocerlo, que había leído algunos de sus micros. Me contestó que por supuesto,
que cuando quisiera, pero que eso de ser española… que él no creía en las
naciones ni en los nacionalismos. Decidí contestarle que había sido una forma
de presentarme, lo mismo que le conté sobre el libro de Aub que había estado
trabajando acerca de Buñuel, pero que de hecho había nacido en Caracas. De paso le di más datos biográficos que ahora
no vienen a cuento. A veces irse por las ramas sirve para conocerse mejor y en
este caso dio resultado.
Cuando finalicé la entrevista, con
la promesa, eso sí, de que se la pasaré antes de enviarla por si
hay algo que quiere quitar, añadir o
corregir, me regaló todos sus libros, me los dedicó, un lujazo, y nos pusimos a ver juntos cómo llovía a
través de la ventana. Me pidió que me quedara más tiempo, que me quedara a
cenar, me presentó a su mujer, María, una mexicana varias veces campeona
nacional de tiro al arco ( me acordé de Marchamalo) y economista y me enseñó
una foto de su gata Polvorilla, ya fallecida. Le dije que no podía quedarme, y
le saqué un par de fotos previo permiso. Me dijo: bueno, aunque hoy no estoy en
mi mejor día. Cuando estoy bien tengo el pelo negro y me parezco a Brad Pitt,
pero hoy no. Al hacerle las fotos me di
cuenta, acaso por el enmarque de la cámara, que le podría caber Edgar Allan Poe
si éste hubiera llegado a mayor y a canoso: una frente muy ancha, el
mismo tipo de ojos, bigote…
Como seguía lloviendo
(torrencialmente, como llueve en México en época de lluvias) tuvo la amabilidad
de pedirme un taxi y empeñarse en acompañarme
para que no me mojara desde el cerramiento hasta la calle donde el taxi
esperaría. Insistí que no lo hiciera y se empeñó en hacerlo. Tenía que dar
instrucciones al taxista para que me tratara bien. Y de repente le veo que coge
un paraguas y se pone una gorra como las que usaba Labordeta… un pellizco, fue solo un pellizco, pero me dejó sin habla.
Antes de entrar al taxi le di un fuerte abrazo: ha sido un enorme placer. Y me
contestó: el placer ha sido mío.
Pongo ahora algunos de los
comentarios que me fue haciendo que por cuestión de espacio no saldrán en la
revista.
Me recomienda una película: En el balcón vacío, sobre un guión de la pamplonica Maria Luisa Elío, escritora del exilio republicano y actriz. Me
dice que es LA película del exilio. La película fue dirigida por su esposo, el
cineasta y poeta Jose Miguel García Scott, hombre de exilio también. Hasta la fecha he de decir que mi búsqueda ha sido infructuosa.
Uno de sus primeros recuerdos
que tuvo al llegar a América (primero estuvo en Cuba y Santo Domingo, después, en el 41 llegó a México) fue ver un negro. Los pasajeros echaban unas monedas desde el barco, ya atracado en el puerto y ellos se echaban al mar a recogerlas. “Yo nunca
había visto un negro, con esos labios rojos y coloradotes, ese color de la
piel. ¡Qué susto!”
Aparte de escribir, dibuja algo, (se
defiende), y es melómano aunque, según me
dijo, no sé dónde está el do en el
piano, bueno, eso sí, pero nada más. También ha escrito mucho sobre cine.
El escritor mexicano Fernando del Paso, le
declaró uno de sus maestros. A él y a Antonio Montaña, escritor
amigo suyo, con el que ha habido equívocos y chanzas por los apellidos,
uno Montaña, otro Colina.También me comentó entre risas: Santander es una ciudad de derechas y cayó tan pronto en manos de los nacionales, entre otras cosas porque estaba mi padre de capitán, fíjate, un capitán del ejército anarco sindicalista, con lo que era eso en aquella época, republicanos por un lado, socialistas y comunistas, anarquistas en medio, todos pegándose.
Para él, los libros que mejor reflejan la vida de los exiliados
españoles en México son La librería de
Arana, de Otaola y el cuento de Aub La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco. He leído
ambos y también estamos en eso de acuerdo. A lo mejor hay más, pero esos dos
son certeros.
Pongo algunas portadas de sus libros:
Antología actual editada por Fondo de Cultura Económica. Es el libro que llevé para que me firmara.
Microrrelatos sublimes
Más microrrelatos
Uno de sus mejores libros de relatos. Lo encontré en la librería de segunda mano de la que os hablé en la entrada anterior. Contiene Ven, caballo gris y La lucha con la pantera, dos de sus cuentos más famosos.
Buñuel apareciendo por todas partes. Entrevistas.
Tiene más libros, pero me parece excesivo ponerlos todos. Esto es solo una muestra por si hay editores que se animan a publicarlo en España. Merece la pena
Envidia me causas; de la sana.
ResponderEliminarLujo de conocer a gente así. Lujo de libros. De vida que te comparten. Cuando alguien inteligente nos comparte un pedazo de su vida, nos enriquecemos. Y eso no hay que olvidarlo.
Otro lujo leer cómo lo cuentas. Estaré atenta a Quimera; una de las Revistas de verdad que mas valoro.
Por cierto:
ResponderEliminarhttp://www.filmaffinity.com/es/film962785.html
Siempre extraordinario José de la Colina (si le llamo don José me regaña). Lo que no se entiende es como nadie le ha hecho un homenaje en España, ni siquiera su Santander natal.
ResponderEliminarCarmen, nunca te había envidiado tanto, desde que me sentaste en la misma mesa que Sisa. Besos.
Carmen, esplendiodo, espero la entrevista ansiosamente.
ResponderEliminarEscritor nunca plvidado y siempre festeado por sus lectores.
Un abrazo desde otra colina.
Ay, si hubierais estado, sabríais lo que es bueno. Esto es solo un pequeño reflejo, las sensaciones son indescriptibles, su casa, el caos de libros por todas partes, su afabilidad... Me alegro de haberlo conocido y de haberos dado envidia. Si queréis conocerle, tendréis que venir a México porque está mayor y porque España es país de ingratos y desmemoriados.
ResponderEliminarMenos mal que la envidia que me provocan tus aventuras mexicanas se compensa de sobra con el placer de leer estas crónicas, estos reñatos tan " Peire" que además ilustran. Me dejas esperando la entrevista completa y con muchísimas ganas de leer a Josê de la Colina cuanto antes
ResponderEliminarHola Carmen: gracias por compartir ese "dietro le quinte" de la entrevista. Colina está dotado de humor, incluso fuera de los libros. Y es un placer seguirle la lectua.
ResponderEliminarPor cierto, LA película (estoy de acuerdo con la mayúscula, es que es la única y todo un monumento narrativo) la realizó Jomí García Ascot. La tienen en la Filmoteca de la UNAM, del DF. Las personas que trabajan ahí son un encanto. Justo afuera del edificio, está la parte de la columna de "Simón del desierto". Ya tienes más motivos para ir, sin duda.
Un abrazo, desde Lexington.