martes, 20 de agosto de 2013

Tlaxcala, lugar del maíz.


19 de agosto. Empiezan las clases en los colegios y como mi espalda no anda muy católica últimamente  (hasta ahora no tuve problemas), decidimos posponer el viaje a Cuernavaca porque son más horas de autobús y acabo con el ciático bailando. A cambio decidimos ir a Tlaxcala, la capital del estado más pequeño de México, también del mismo nombre. Está muy cerquita de Puebla, como a media hora y se puede ir y volver en el día. También linda con el estado de Veracruz y el de México. 
  Buena elección y gran sorpresa. Me habían dicho que no nos  perdiéramos la ciudad, pero nos lo contó un torero matador mexicano, ya retirado y parlanchín (Raúl Ponce de León, con "ponce" nietos, como él dice), porque en esa ciudad, en las fiestas, sueltan a los toros por las calles  y tiene una plaza de toros del siglo XVI. Y aparte de la plaza de toros, merece la pena. Nos encontramos con una pequeña ciudad, más pequeña que Oaxaca y que Puebla,  colonial por supuesto, de algo más de 70.000 habitantes, muy tranquila e inmersa en un valle redondo protegido de montañas no muy altas y a la que se accede por una sola vía, como un mango  de sartén. Está más cerca del Popo  que Puebla y a ese Estado pertenece  otro que no está activo y que se llama Malinche.
Tlaxcala es el lugar de las tortillas o del pan de maíz, como reza la leyenda y sí, los campos de alrededor son inmensos maizales alternados con productos de huerta: fríjoles, zanahorias, lechugas, rábanos y flores de muertos, crisantemos y otra muy típica de aquí, de color amarillo.
 
Al volver pasamos por delante de la Hacienda de Santa Agueda, hoy hecha polvo, edificios caídos y abandonados salvo la casa principal, que era de una familia propietaria de prácticamente todos los terrenos de maíz. Impresionante. Nada que ver, en tamaño, extensión y decadencia, con las haciendas de Andalucía o de fincas grandes que yo había visto hasta ahora.
El Estado de Tlaxcala vive del comercio  y manufactura de la lana, aparte de la agricultura. Y cuando preguntamos de qué se mantenía la ciudad, nos dijeron que algo de turismo, de la administración del Estado y  de la enseñanza. Tlaxcala parece ser una ciudad estudiantil, de primaria, de secundaria, prepa, maestrías industriales y universidades. En época de vacaciones, la ciudad casi no tiene actividad, o ésta merma mucho.
Como era el primer día de actividades escolares, había mucha animación.
Estudiantes pelando la pava.


El edificio municipal y el palacio de gobierno, es de lo más bonito que he visto hasta ahora. Este último ocupa todo un lateral del zócalo, es inmenso y dentro, siguiendo la tradición muralista del país, tiene en su haber pintada toda la historia de México. Parece ser que en Tlaxcala es donde se produjo el mestizaje por primera vez. 

 

 

 

Interior del edificio municipal
Y esta foto presidía el primer despacho del Ayuntamiento.


Algunos de los murales que adornaban el edificio de Gobernación con toda la historia contada, de pe a pa. De ahí su abigarramiento.



Comimos en los soportales un menú del día por 70 pesos (como 4,20 euros), tres platos, postre y bebida. Café aparte. Parece ser que el pulque de ese Estado es bastante bueno y tiene fama. Paseamos por la ciudad hasta el río, vimos la tienda y el museo de artesanía (no podía faltar) y la catedral, del mismo estilo colonial que la mayoría de las que he visto, con el color albero sobresaliendo sobre las cúpulas azules.

En la pulquería: "Subí a la sala del crimen, le pregunté al presidente, que si es delito el quererte..."

Soportales del zócalo
 

Ante un inmenso olmo, como los que ya no nos quedan.

Campanario del antiguo monasterio, pegado a la plaza de toros. Buena mezcla, que de todo ha de haber.

Una calle no más.

Al fondo, la plaza de toros. Cortesía de mi novio, para que salga en la foto. Ah, y con mi huipil, por supuesto.

La famosa plaza de toros.

Por el camino íbamos comentando que a mi hermana le hubiera encantado esa pequeña ciudad provinciana, tranquila y pacífica.  Yo, desde luego, pienso volver.
Hasta la vista, Tlaxcala, ciudad tranquila.


 

2 comentarios:

  1. Yo estuve en Cuernavaca hace dos siglos y me quería quedar a vivir, por algo puso allí Cortés su palacio, pero creo que han construido mucho y que está muy cambiada. Que la disfrutes, en todo caso...

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  2. Eso haré cuando vaya, aunque sí, me han dicho que está bastante deteriorada. Pero disfrutaré lo que pueda, como estoy haciendo. La vida me ha regalado estos cuatro meses en México, tengo que aprovecharlos.

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