jueves, 26 de septiembre de 2013

Teotihuacán


Tras el desastre de México, los medios dicen que es comparable al terremoto del 85, asistiendo atónitos a ver cómo se da más importancia a los turistas que a los lugareños en Acapulco, cómo es más importante la solidaridad ciudadana que la "eficacia" del gobierno, y tras breves incursiones a Cholula y Puebla, con paraguas, y bien parapetados contra la lluvia, manteniéndonos el resto del tiempo en casa muertos de frío, llegamos al DF.

¿Creíais que era broma?

Trabajando con el ordenador, rodeada de mantas y rebozos de lana
 
El primer día fue  Coyoacán, ver de nuevo la casa de Frida Kahlo y visitar a los amigos. El lunes, al estar cerrados los museos, decidimos ir a las pirámides de Teotihuacán. Mágica palabra para un lugar telúrico que había visitado hacía años y que me ha vuelto a sobrecoger como pocos sitios. Claro que no he estado en las pirámides de Egipto. Pero iré por el principio. En el hotel, al preguntar cuánto nos costaría un taxi (ir allí en autobús es muy lioso), nos vendieron un tour de una agencia, que nos salía más barato y que incluía visitar la Plaza de las Tres Culturas (para los más jóvenes,  refrescaré la memoria porque allí hubo, en el 68, una matanza terrible de estudiantes). Es una plaza que recoge la cultura prehispánica, con unas ruinas de una antigua edificación maya, zona de comercio, una iglesia, que representa el colonialismo y unos edificios modernos que la rodean, la actualidad.
Plaza de las Tres Culturas
 
 
 

Después nos llevaron a la basílica de Guadalupe. Mejor os ahorro lo que es eso. Hay una antigua, que se está hundiendo y han hecho otra nueva, circular, horrorosa, vendida como el no va más, milagros incluidos de un tal Juan Diego, al que se le apareció la virgen, la historia de un milagro de un lienzo no pintado, en fin, que sonaba todo a timo eclesial vendido como el traje del emperador. Todo el mundo diciendo que veía el manto y yo el manto no lo veía por ningún lado.
Íbamos en una furgo dos austriaco-alemanes, dos colombianos, una portorriqueña y nosotros tres, el conductor y el guía que se llamaba Noé. La broma estuvo hecha: nosotros éramos el arca. Hacía tiempo que no iba yo en un tour organizado en el que el guía sabe cuatro cosas o cuatrocientos, da igual, todas superficiales y buscando lugares comunes para la inmensa mayoría de la gente que acude a ellos. Después de la basílica, visita a la consabida tienda de merchandising guadalupano, agua bendita en venta incluida, rosarios de todo tipo, que todos compraron menos los austriacos-alemanes y nosotros. Datos pocos, sustancia, la menor, lugares comunes, casi todos.
Basílica de Guadalupe, la antigua. La nueva no la fotografié por horrorosa.

 

Al acabar, ruta a las pirámides pero… antes, parada en un lugar donde nos cuentan cómo se hace la plata, cómo se trabaja la obsidiana, el pulque y el tequila. Después, la consabida tienda de venta de todos esos productos. De nuevo, los austriacos y nosotros, sin comprar nada, aunque degustamos el pulque y el tequila. Era gratis.

Por fin a las pirámides. Impresionante. Ubicadas en los altos valles de México, en un lugar rico y fértil en donde, tras las ruinas de la cultura olmeca, se fueron congregando diferentes tribus venidas de otros lugares precisamente por la fertilidad del valle. Construyeron una de las civilizaciones y ciudades más importantes de América. 400 años antes de Cristo, pequeñas aldeas vivían dispersas. Llegó a tener 10.000 habitantes. La creación de Teotihuacán  supone la aparición de una organización política, un estado con pretensiones imperiales que se lanza a una serie de conquistas y se extiende sobre pueblos diferentes, subyugados por la conquista militar o atraídos por el comercio. La ciudad estaba dividida en cuatro grandes sectores y las pirámides representaban la cúspide del edificio social. Las más emblemáticas, las del sol y la luna, el camino de los muertos atravesaba toda la ciudad y las une. Parece ser que todo estaba a escala astronómica, de lo  que eran unos especialistas., lo mismo que en matemáticas.
Teotihuacán a principios de siglo XX. al fondo, la pirámide de la luna
Pirámide de la luna al fondo y pirámide del sol en primer plano
 
 
Pirámide de la luna
El del paraguas es Ina subido a la pirámide de la luna
 
Dos chulas lunáticas
 
 
Lugar del juego de la pelota, muy popular en la época precolombina
 
Detalle de columna en el patio de los pilares. Símbolos de los cuatro elementos. El de más abajo, fuego, el segundo, viento, el tercero, tierra, el cuarto, agua.
 
Vista del patio de los pilares.
 
Pirámide del sol
El camino de los muertos, la vía principal que une la pirámide lunar y la del sol
 
 
La espectacular pirámide del sol. Por supuesto, no nos atrevimos a subirla.
 
 

En Teotihuacán había tres grandes grupos sociales: mercaderes, artesanos y pequeños comerciantes formaban un bloque. Después estaban los militares y el tercer gran grupo eran los sacerdotes, expertos en astronomía y matemáticas.
Interiores de palacio



Detalle. caracola
Pirámide de las serpientes

Detalle de la pirámide de las serpientes


Más detalles







 
 

Todo esta información, por supuesto, no  la contó el guía Noé, la saqué del libro que ya he mencionado en alguna ocasión, Historia mínima de México, editado por el colegio de México.

 

1 comentario:

  1. En la Ciudad de los dioses estuvieron. El dios Maíz dejó aleteos de colibrí y las rojas hormigas les enseñaron el camino.
    En las Ciudad de los Dioses los corazones se ensanchan.
    Flor emplumada para sus manos.

    Abrazos piramidales.

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