Ayer hicimos excursión al estado de Hidalgo, a Pachuca, la
capital, ciudad minera, y a los pueblos mineros de la montaña. Toda una
experiencia. Es otro México diferente, el que no sale en las guías, el que ha
vivido en sus carnes, de modo profundo y directo, el expolio de las minas de
plata. Todo fueron sensaciones fuertes. Por el camino, en la radio, notificaron
el asesinato del rector de la Universidad de Puebla, el golpe de estado en
Egipto y el recrudecimiento de la tensión en México por la campaña electoral. Se
acerca el día y se producen más denuncias de irregularidades, sobre todo en el
estado de Chihuahua y Veracruz. El 7 de julio son las elecciones municipales y
la de los diputados a la asamblea nacional de 17 estados, creo, no todos, pero
es que todavía no controlo mucho. Las irregularidades denunciadas van de
palizas a candidatos hasta asesinatos. Fuerte. Muy fuerte. En uno de los casos,
la candidata del PRI salió ilesa al tirotear su coche, pero el marido resultó
herido y la sobrina que iba con ellos muerta. En fin, no se andan con
chiquitas.
Pachuca es una ciudad minera, que ha vivido de eso, las
montañas que rodean la ciudad son muy ricas en plata. Y digo son porque aunque
ahora las minas estén cerradas, sigue habiendo plata, solo que ya no en la
superficie y para seguir extrayendo, hay que bombear todo el agua subterránea
que las cubre. Mientras, la compañía minera dueña de las minas, ahora en manos
mexicanas, sigue en activo y sigue extrayendo la plata de todo lo que tenían
almacenado desde los años 60. Miles de kilómetros de galería, una sierra horadada
que empezó a ser explotada primero por los españoles, después por los ingleses,
después, un breve periodo a manos mexicanas (se nacionalizaron) después por los
norteamericanos y ahora de nuevo por los mexicanos. Anécdotas que nos contaron
en la mina La dificultad, llamada así por lo difícil que fue realizar los
trabajos en ella: parece ser que los ingleses trajeron la maquinaria desde Inglaterra,
la subían con mulas y, como entonces iban con carbón, trajeron éste también
desde Inglaterra. Como salía muy caro, decidieron hacer carbón vegetal y fueron
talando árboles del bosque que cubre los montes, así hasta que perdieron la
propiedad, se declaró parque nacional para su conservación y después se paró la
mina. De la época inglesa les quedaron varias cosas: una comida típica llamada
pastes, la evolución de poner dentro de un tipo de pan la comida para los
mineros, un antiguo bocata que derivó en
un tipo de empanadas al estilo chileno, grandototas y rellenas de cualquier
cosa, hasta de piña o de arroz con leche, amén de mole verde, mole poblano,
carne, pollo etc. Algunos pastes están hechos de un hojaldre muy fino, y sin
riquísimos. Los otros, siento disentir con la opinión mexicana, menos, por ser
para nosotros más cotidianos.
La otra huella inglesa fue el fútbol. Parece ser que entró
en México a través de Pachuca y los pueblos mineros y en las explanadas que había delante de las minas se jugaron los
primeros partidos con el personal inglés que acompañaba a la extracción de la
minería. Tanto es así que en Pachuca existe algo que llaman la Universidad del
fútbol (sí, como suena) parece ser que financiada por Carlos Slim, que invirtió
pasta en esta ciudad cuando la extracción minera se paró.
Vimos algo de Pachuca, ciudad más bien fea, como acontece
con la minería, bastante dura es la vida como para adornar las calles;
estuvimos por una zona cerca del hospital público que lo único que había eran
funerarias alrededor. Ya se sabe, lo de los muertitos y México.
Imagen de Pachuca, ciudad minera
No sé si se leerá bien la letra pequeña: servicio las 24 horas, rapidez, atendemos en todo el Estado, se ajustan presupuestos. Realismo mágico for ever.
Subimos después a las montañas a ver los pueblos que aquí,
igual que allí, llaman de la Ruta de la Plata. Visitamos Real del Monte, pueblo minero que hoy vive del turismo nacional, donde
visitamos la mina La dificultad y el museo minero que hay en los edificios de
la antigua mina y luego fuimos a Omitlan, otro pueblito minero muy pintoresco,
en medio de un valle precioso, frondoso, lluvioso y frío. La vegetación
exuberante, no tanto como la que yo recuerdo de Venezuela, sí como los bosques
del pirineo o el norte de España,
Euskadi, Asturias, Cantabria. Por el camino, íbamos viendo tierras de cultivo,
maíz, mucho maíz, más que trigo que se ve poco y plantaciones de nopales, de
los que aprovechan todo, el fruto, parecidos
a los higos chumbos nuestros y las hojas redondas, llenas de fibra, que se
pelan y se cocinan, bien a la plancha, bien al horno.
Casas de Omitlan
Casas de Omitlan
Omitlan desde un mirador
Mina la Dificultad
Vista desde la mina la Dificultad
Que gracia lo de los ingleses!! tenían un emporio minero a lo largo y ancho de este mundo y del mas allá ...en las zonas mineras de de España; han dejado su impronta, igualito que en tu foto de mina, la Dificultad. En la sierra de Filabres, Almería; tuvimos una aparición en forma de iglesia anglicana. Te seguimos por zonas mineras , casas de poetas, hasta el infinito y mas allá.
ResponderEliminarBesos compartidos.
A las dos de la mañana ( hora de los madriles) leerte lo de las comidas me va a hacer ir a la cocina, por diox, quilla, qué hambre...empanadas de arroz con leche...ñam...
ResponderEliminarMe has hecho recordar -cambiando de tercio- algunos pueblos asturianos mineros, que vimos mi madre y yo, en una excursión, hace ya años-demasiados años- en zona interior de Asturies. Una desolación de abandonos y silencio...
Aprendiendo de ti, Peire.
Si la vida de los mineros es en general muy dura, imaginaos lo que sería la de los mineros indígenas, ciudadanos de segunda, colonizados. Quise sacar fotos de las condiciones en que trabajaban, pero me dio pudor.
ResponderEliminarAy! ese pudor de la raza blanca, que va a terminar perdiéndonos.
ResponderEliminarAnoche, en Campo de Cebada, una muchacha nos contaba que había resuelto despedirse de un trabajito (mini-job los llaman, ya sabes) que consistía en servir de mediadora, en Barajas, en los casos de "retenciones" policiales de personas que no llevaban papeles en regla. A esta mujer, inmigrante supongo, la habían contratado por tener como lengua materna alguno de los dialectos árabes. Nos contaba anoche que, también a ella, le daba pudor (y dolor) contarnos el día a día de las personas retenidas.
Besos