lunes, 15 de julio de 2013

La vida cotidiana

Cuando la cita obligatoria con la lluvia vespertina se retrasa y, en vez de caer a las cinco o seis de la tarde, lo hace a los ocho o las nueve, la luz que se produce es espectacular. Las nubes amagan y no descargan, pero están presentes, y entre ellas se cuela el sol. Los colores coloniales de las casas, el azul intenso, el albero, el verde o el rojo sangre resaltan mucho más. Esas tardes, los zócalos de las ciudades de México se llenan de vida, salen parejas, personas que se buscan la vida, niños que por un peso tocan la flauta o te venden camotes, cometas que hacen volar niños y mayores. El zócalo es ese espacio común democrático para todos por igual. Oyes música, comes una quesadilla, o una paleta (nuestros polos). Lo que nosotros llamamos heladerías, aquí son paleterías.

En una de esas tardes fuimos a pasear y, como respetaba la lluvia, dimos la vuelta por las huertas de Cholula, o sea, por las afueras,


 subimos hasta el santuario y lo fotografié más de cerca: primero la base de la antigua pirámide, lo único que se ha descubierto. Después, el santuario en todo su esplendor desde  los descampados y los campos de cultivo de margaritas. Llegamos al zócalo tras una hora andando y nos sentamos en los soportales muy cerca de la plaza, y observamos a las gentes. Estas son algunas de las fotos que saqué y que sirven para que os hagáis una idea de lo que he contado: 




Vendedor de cestas

Esta mujer estaba haciendo cometas para vender

Buscándose la vida unos niños...

...Y una mujer vendiendo abalorios
 
Ciegos cantando en los soportales del zócalo de Puebla.
Ina y yo el día de mi cumple. No todos van a ser mexicanos.
 
Y éste, el cartel correspondiente a la entrada de hoy: no es rapidez, pero sí calidad. Ojo a los jugos. vampiro (toma ya), antigripal, vuelve a la vida, quema grasa, colitis...
 

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