lunes, 1 de julio de 2013

La casa de Max Aub y algunas cuestiones sobre el número trece.


Como ya tengo localizada la casa donde vivió Max Aub, un pajarito me lo sopló, pongo la foto. Era la segunda planta de este edificio que hace esquina.
 
 
 

Y como una sigue aprendiendo de esta cultura tan rica que nos resulta tan desconocida, voy a poner datos que entresaqué de un libro de Laura Esquivel que se titula Malinche que, por supuesto, no pude dejar de leer. En él encontré varias sorpresas que iré desvelando para que no penséis que solo pongo "marihuanadas" como dicen por acá.
El número trece en la cultura maya y mexica era un buen número, y eso me gusta porque nací en un  13 de julio,  (o sea, se acerca mi cumpleaños). Son trece las lunas de un año solar y trece las menstruaciones. Trece las casas del calendario sagrado de los mayas y mexicas. Cada una de las casas la integraban veinte días y la suma de trece casas por los veinte días daba un resultado de 260 días.  Cuando uno nacía, el calendario solar de 365 y el lunar, el sagrado, de 260 días, no se volvían a empatar hasta que pasaban 52 años. Si se suman el cinco y el dos, se obtiene el 7, también número mágico porque son siete los días que integran cada una de las cuatro fases de la luna que, para los mexicas y mayas tenía el siguiente significado: cuando había luna  nueva, era el momento de estar en silencio para que todo aquello que estuviera por nacer lo hiciera libremente. Era el momento de sentir cual debía ser el objetivo principal de la actividad que uno tenía que realizar en el siguiente ciclo lunar. En los siguientes siete días, cuarto creciente, se avanzaba en los propósitos. En la luna llena era el momento de celebrar y compartir los logros obtenidos y en el cuarto menguante era el momento para recapitular sobre lo obtenido en los 28 días.
Me gusta esta preponderancia de la luna sobre el sol, o al menos esta equiparación en la importancia sobre los humanos entre el astro rey y la reina, entre lo masculino y lo femenino, entre lo que da calor y lo que representa el misterio y lo sagrado. ¿En qué lugar del camino nos perdimos?
 
Cambio de tercio. En general, no me gusta fotografiar los interiores de las iglesias, para arte sacro ya tenemos bastante en España. Pero me he permitido poner esta foto del interior de la Capilla Real de los franciscanos en Cholula porque me resultó espectacular, por el número de columnas que tenía y porque me recordó, en cierto modo, a la mezquita de Córdoba. Además, no tenía apenas ornamentos barrocos a lo que son tan dados por estas tierras. Una belleza, en suma. Es una foto panorámica y aunque no salen todas las columnas, os podéis hacer una idea.
 
 

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