jueves, 20 de junio de 2013

En México D.F.

Cantaba un amigo mío, Quintín Cabrera, que las ciudades son libros que se leen con los pies, así que ando y ando por esta inmensa ciudad en días de lluvia. Siempre que pateo una ciudad me acuerdo de él.  El hotel está cerca del Paseo de la  Reforma, que es como la Castellana en Madrid pero a lo bestia. Todo recto te lleva al Zócalo y antes de llegar se cruza con la avda. Insurgentes. Por no caer en el tópico y no hacer una guía turística, haré comentarios de las cosas que se me iban ocurriendo según caminaba.
Una de ellas es que sacaría fotos de los zapatos que llevan muchas mexicanas de talla chaparrita, para parecer más altas, de sus agujas, plataformas y modelos que a veces les impiden doblar los pies y van en permanente equilibrio. Pero pensé que si me ponía a sacar esas fotos, me llamarían metiche.
Otro pensamiento es que no es de extrañar que en los semáforos se venda de todo, dada la cantidad de coches y atascos que hay. Las horas "pico", coo aquí se llama a las horas puntas son todas menos dos a la hora de comer y luego, a partir de las 12 de la noche. No se ven muchos mendigos por la calle porque aquí se buscan la vida allí mismo, en miles de puestecitos que aparecen a las seis de la mañana y desaparecen a las seis de la tarde, a no ser que llueva como estos días, que entonces desaparecen antes.
Aquí va una foto de la catedral en el Zócalo que atestigua la lluvia.

Otro de los motivos de reflexión es hasta qué punto el tema de la seguridad en México es un lucrativo negocio, que debe de ocupar más del 6% del PIB. Busco datos pero no son fáciles de encontrar. En cuanto lo haga los pondré. Aparte de los diferentes tipos de policía oficial, hay tal cantidad de empresas de seguridad privadas, cada una con uniformes diferentes, camiones blindados distintos, coches y medios de locomoción variopintos que hasta en bici he visto. Por supuesto, con todo tipo de armas, desde metralletas, pistolas, porras, botas, camisetas, camisas, uniformes, chalecos antibala... La verdad, todo un espectáculo que, hasta el momento, no me he atrevido a fotografiar, por si acaso. Todos, sin excepción, tienen cara de mala leche.
Por último, en esta entrada, os pongo una foto de una escultura que hay en el Paseo de la Reforma sobre la barca de los muertos, la barca de Caronte al estilo mexicano, como no podía ser de otro modo.

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